CHEZ JANE

 

The white chocolate jar full of petals

swills odds and ends around in a dizzying eye  

of four o’clocks now and to come. The tiger,  

marvellously striped and irritable, leaps  

on the table and without disturbing a hair  

of the flowers’ breathless attention, pisses  

into the pot, right down its delicate spout.

A whisper of steam goes up from that porcelain  

urethra. “Saint-Saëns!” it seems to be whispering,  

curling unerringly around the furry nuts  

of the terrible puss, who is mentally flexing.  

Ah be with me always, spirit of noisy  

contemplation in the studio, the Garden  

of Zoos, the eternally fixed afternoons!  

There, while music scratches its scrofulous  

stomach, the brute beast emerges and stands,   

clear and careful, knowing always the exact peril  

at this moment caressing his fangs with  

a tongue given wholly to luxurious usages;  

which only a moment before dropped aspirin  

in this sunset of roses, and now throws a chair  

in the air to aggravate the truly menacing.

 

 

[CHEZ JANE

 

El frasco de chocolate blanco lleno de pétalos

va escupiendo baratijas por un ojo hipnótico

de cuatros en punto presentes y futuros. El tigre

maravillosamente rayado e irritable, salta

sobre la mesa y sin perturbar ni un pelo

la atención sofocada de las flores, mea

en la maceta, por su surtidor delicado.

Un suspiro de vapor sube por esa uretra

de porcelana. “¡Santi-Säens!”, parece suspirar,

y se riza infalible alrededor de las bolas peludas

del terrible minino, que ejercita con la mente.

Ah, ¡quédate siempre conmigo, espíritu de ruidosa

contemplación, en el estudio, en el Jardín

de los Zoos, en las tardes eternamente quietas!

Allí, mientras la música araña su estómago

escrofuloso, la bestia salvaje emerge y se para,

clara y cuidadosa, sabiendo siempre el peligro exacto

del momento acariciando sus colmillos con

una lengua dada por entero a usos lujuriosos,

que hace un instante apenas dejó caer aspirinas

en este atardecer de rosas, y ahora lanza una silla

al aire para agravar lo que de veras amenaza.

 

[Frank O’Hara, No llueve en California, traducción de Eleonora González Capria, Kriller71ediciones, 2018]

 

 

 

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