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La bestia ronda mis manos y la tarde
espejismo o hechizo…
Perdón, es que a esta muchacha
le ha salido un tigre de la boca,
un tigre invisible
con unos ojos enormes,
con alas de centauro
como una palabra eterna
o el aliento de Dios.
No puedo hacer otra cosa
que darle mi pecho,
abrir en lo más profundo,
donde pasta una barca de velas
blanquísimas
y una isla padece el silencio
de la música.
No puedo hacer más,
le doy mis huellas digitales,
mi olor a hombre,
mi camisa,
y me siento a esperar
que lo devore todo.
[Julio Pérez Verdecia]
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