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¿Quién los ve
andar por la ciudad
si todos están ciegos?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.
Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.
Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.
Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.
Δ
Os Amantes
Quem os vê andar pela cidade
se todos estão cegos?
Eles se tomam as mãos: algo fala
entre seus dedos, línguas doces
lambem a úmida palma, correm pelas falanges,
e acima a noite está cheia de olhos.
São os amantes, sua ilha flutua à deriva
rumo a mortes na relva, rumo a portos
que se abrem nos lençóis.
Tudo se desordena por entre eles,
tudo encontra seu signo escamoteado;
porém eles nem mesmo sabem
que enquanto rodam em sua amarga arena
há uma pausa na criação do nada
o tigre é um jardim que brinca.
Amanhece nos caminhões de lixo,
começam a sair os cegos,
o ministério abre suas portas.
Os amantes cansados se fitam e se tocam
uma vez mais antes de haurir o dia.
Já estão vestidos, já se vão pela rua.
E só então,
quando estão mortos, quando estão vestidos,
é que a cidade os recupera hipócrita
e lhes impõe os seus deveres quotidianos.
[Tradução de José Jeronymo Rivera]
Δ
A
un dios desconocido
Quienquiera seas
no vengas ya.
Los dientes del tigre se han mezclado a la semilla,
llueve un fuego continuo sobre los cascos protectores,
ya no se sabe cuándo acabarán las muecas,
el desgaste de un tiempo hecho pedazos.
Obedeciéndote hemos caído.
-La torre subía enhiesta, las mujeres
llevaban cascabeles en las piernas, se gustaba
un vino fuerte, perfumado. Nuevas rutas
se abrían como muslos a la alegre codicia,
a las carenas insaciables. ¡Gloria!
La torre desafiaba las medidas prudentes,
tal una fiesta de estrategos
era su propia guirnalda.
El oro, el tiempo, los destines,
el pensar, la violenta caricia, los tratados,
las agonías, las carreras, los tributos,
rodaban como dados, con sus puntos de fuego.
Quienquiera seas, no vengas ya.
La crónica es la fábula para estos ojos tímidos
de cristales focales y bifocales, polaroid, antihalo,
para estas manos con escamas de cold-cream.
Obedeciéndote hemos caído.
-Los profesores obstinados hacen gestos de rata,
vomitan Gorgias, patesís, anfictionías y Duns Scoto,
concilios, cánones, jeringas, skaldas, trébedes,
qué descansada vida, los derechos del hombre, Ossian,
Raimundo Lulio, Pico, Farinata, Mío Cid, el peine
para que Melisendra peine sus cabellos.
Es así: preservar los legados, adorarte en tus obras,
eternizarte, a ti el relámpago.
Hacer de tu viviente rabia un apotegma,
codificar tu libre carcajada.
Quienquiera seas
no vengas ya.
-La ficción cara de harina, cómo se cuelga de su mono,
el reloj que puntual nos saca de la cama.
Venga usted a las dos, venga a las cuatro,
desgraciadamente tenemos tantos compromisos.
¿Quién mató a Cock Robín? Por no usar
los antisudorales, sí señora.
Por lo demás la bomba H, el peine con música,
los detergentes, el violín eléctrico,
alivian el pasaje de la hora. No es tan mala
la sala de la espera: tapizada.
- ¿Consuelos, joven antropólogo? Surtidos:
usted los ve, los prueba y se los lleva.
La torre subía enhiesta,
pero aquí hay Dramamina.
Quienquiera seas
no vengas ya.
Te escupiríamos, basura, fabricado
a nuestra imagen
de nilón y de orlón, Iahvé, Dios mío.
Δ
FRAGMENTOS PARA UNA ODA A
LOS DIOSES DEL SIGLO
Tarjetas para alimentar una IBM.
Al borde de las rutas
deténganse
salúdelos
ofrezca libaciones
(traveler's cheque are welcome)
AZUR
SHELL MEX
TOTAL
ESSO BP
YPF
ROYAL DUTCH
SUPERCORTEMAGGIORE*
* Su potencia es el estrépito, el vuelo, la
blitzkrieg. Se les ofrenda sangre, mujeres
desnudas, estilográficas, Diner's Club cards,
placeres de week-end, adolescentes ojerosos,
poetas becados ("creative writing"), giras de
conferencias, planes Camelot; cada senador
comprado vale por un año de indulgencia, etc.
Los términos al borde de las rutas
santuarios
snack-bars y mingitorios
sus lingam fláccidos que el sacerdote de uniforme
azul y gorra con visera levanta y pone en el orificio de SU AUTO, y usted mirón que encima
paga
VEINTE LITROS LAS GOMAS EL AGUA EL PARABRISAS
venite adoremus
hoc signo vinces
SUPER: el más seguro
PONGA UN TIGRE EN SU MOTOR
PONGA EL LINGAM DEL DIOS
Su templo huele a fuego
TOTAL AZUR BP SHELL MEX
Su templo huele a sangre
ELF ESSO ROYAL DUTCH*
* Dioses mayores (se omiten los innominables,
los menores, los paredros, los acompañantes,
los dobles, los servidores vicarios); el culto
de los dioses mayores es público, maloliente y
estrepitoso, se presenta como Positivo, como
Fiesta, como Libertad. Un día sin dioses
mayores es la parálisis de una nación de
hombres; una semana sin dioses es la muerte de
una nación de hombres. Los dioses mayores
son los más recientes, todavía no se sabe si
se quedarán o abandonarán a sus adoradores. A
diferencia de Buda o Cristo son un problema,
una incertidumbre; conviene adorarlos afiebra-
damente, poner un tigre en el motor, pedir la
máxima cantidad, llenar los tanques con su
frío, desdeñoso orgasmo; mirar sigue siendo
gratis hasta nueva orden, pero tampoco es
seguro. Los teólogos se consultan: ¿Dónde
reside el sentido oculto de los textos
sagrados? Ponga un tigre en su motor:
¿Apocalipsis inminente? ¿Nos abandonarán un
día los dioses mayores?
(Cf. Kavafis)
EN ESE CASO SIEMPRE ESTÁN LOS OTROS
Sí, tenemos recursos, nos amparan
el templo tecnológico, las piezas de recambio.
A DIOS MUERTO DIOS PUESTO
Se ha visto ya
y el mundo no se ha hundido*
* Parece evidente, dicen los teólogos, que los
dioses mayores no hacen una cuestión de
jerarquías; si la frivolidad de los fieles
desplaza favores y altares, si de pronto un
pequeño dios de cuarto orden (cf. infra) reina
incontrovertido entre fumadores y deportistas,
las grandes deidades no parecen tomarlo en
cuenta; mejor así, dicen los teólogos que
hacia el año 1950 temblaron cuando el dios
mayor Parker y adlátere Watermarn fueron
sustituidos por los diosecillos Birome, Bic y
Fieltro.
Al borde de las camas
deténganse
salúdelos
ofrezca libaciones
EQUANIL
BELLERGAL
OPTALIDON
sus nombres ronroneantes
la paz la paz la paz
la paz
de diez y media de la noche a seis de la mañana
amén
Y LOS TEMIBLES
los heroicos
que se invocan al tiempo de la angustia
intercesores enigmáticos
ante las Madres escondidas, los de nombres oscuros,
ANDROTARDYL
TESTOVIRON
PROGESTEROL
ERGOTAMINA
y la de triple filo
CORTISONA
Al borde de las calles
deténgase
salúdelos
ofrezca libaciones
LOS DIOSES TEMPORALES
encarnados
hijos e hijas de Dios
muertos en una cruz (un avión estrellado)
o bajo el árbol Bodi (clínica suiza con jardín)
HELENA RUBINSTEIN
ruega por nosotros pecadores
JACQUES FATH
CARDIN CHANEL
DOROTHY GRAY
de nuestras pecas barros senos y caderas apiádate,
señora,
IVES SAINT-LAURENT
MAX FACTOR
BALENCIAGA
laudate adoremus
Al borde de las vidas
detéganse
salúdelos
ofrezca libaciones
(Los servidores de la máquina completarán
la información) [El libro de
Manuel]
Δ
Ándele
1)
Como una carretilla de pedruscos
cayéndole en la espalda, vomitándole
su peso insoportable,
así le cae el tiempo a cada despertar.
Se quedó atrás, seguro, ya no puede
equiparar las cosas y los días,
cuando consigue contestar las cartas
y alarga el brazo hacia ese libro o ese disco,
suena el teléfono: a las nueve esta noche,
llegaron compañeros con noticias,
tenés que estar sin falta, viejo,
o es Claudine que reclama su salida
o su almohada,
o Roberto con depre, hay que ayudarlo,
o simplemente las camisas sucias
amontonándose en la bañadera
como los diarios, las revistas, y ese
ensayo de
Foucault, y la novela
de Erica Jong y esos poemas
de Sigifredo sin hablar de mil
trescientos grosso modo libros discos y películas,
más el deseo subrepticio de releer Tristram Shandy,
Zama, La vida breve, El Quijote, Sandokán,
y escuchar otra vez todo Mahler o Delius
todo Chopin todo Alban Berg,
y en la cinemateca Metrópolis, King Kong,
La barquera María, La edad de oro
—Carajo,
la carretilla de la vida
con carga para cinco décadas, con sed
de viñedos enteros, con amores
que inevitablemente superponen
tres, cinco, siete mundos
que debieran latir consecutivos
y en cambio se combaten simultáneos
en lo que llaman poligamia y que tan sólo
es el miedo a perder tantas ventanas
sobre tantos paisajes, la esperanza
de un horizonte entero—
2)
Hablo de mí, cualquiera se da
cuenta,
pero ya llevo tiempo (siempre tiempo)
sabiendo que en el mí estás vos también,
y entonces:
No nos
alcanza el tiempo,
o nosotros a él,
nos quedamos atrás por correr demasiado,
ya no nos basta el día
para vivir apenas media hora.
3)
El futuro se escinde, Maquiavelo:
el más lejano tiene un nombre, muerte,
y el otro, el inmediato, carretilla.
¿Cómo puede vivirse en
un presente
apedreado de lejos? No te queda
más que fingir capacidad de aguante:
agenda hora por hora, la memoria
almacenando en marzo los pagarés de junio,
la conferencia prometida,
el viaje a Costa Rica, la planilla de impuestos,
Laura que llega el doce,
un hotel para Ernesto,
no olvidarse de ver al oftalmólogo,
se acabó el detergente,
habrá que reunirse
con los que llegan fugitivos
de Uruguay y Argentina,
darle una mano a esa chiquita
que no conoce a nadie en Amsterdam,
buscarle algún laburo a Pedro Sáenz,
escucharle su historia a Paula Flores
que necesita repetir y repetir
cómo acabaron con su hijo en Santa Fe.
Así se te va el hoy
en nombre de mañana o de pasado,
así perdés el centro
en una despiadada excentración
a veces útil, claro,
útil para algún otro, y está bien.
Pero vos, de este
lado de tu tiempo,
¿cómo vivís, poeta?,
¿cuánta nafta te queda para el viaje
que querías tan lleno de gaviotas?
4)
No se me queje, amigo,
las cosas son así y no hay vuelta.
Métale a este poema tan prosaico
que unos comprenderán y otros tu abuela,
dése al menos el gusto
de la sinceridad y al mismo tiempo
conteste esa llamada, sí, de acuerdo,
el jueves a las cuatro,
de acuerdo, amigo Ariel,
hay que hacer algo por los refugiados.
5)
Pero pasa que el tipo es un poeta
y un cronopio a sus horas,
que a cada vuelta de la esquina
le salta encima el tigre azul,
un nuevo laberinto que reclama
ser relato o novela o viaje a Islandia,
(ha de ser tan traslúcida la alborada en Islandia,
se dice el pobre punto en un café de barrio)
Le debe cartas necesarias a Ana Svensson,
le debe un cuarto de hora a Eduardo, y un paseo
a Cristina, como el otro
murió debiéndole a Esculapio un gallo,
como Chénier en la guillotina,
tanta vida esperándolo, y el tiempo
de un triángulo de fierro solamente
y ya la nada. Así, el absurdo
de que el deseo se adelante
sin que puedas seguirlo, pies de plomo,
la recurrente pesadilla diurna
del que quiere avanzar y lo detiene
el pegajoso cazamoscas del deber.
la rémora del diario
con las noticias de Santiago mar de sangre,
con la muerte de Paco en la Argentina,
con la muerte de Orlando, con la muerte
y la necesidad de denunciar la muerte
cuando es la sucia negación, cuando se llama
Pinochet y López Rega y Henry Kissinger.
(Escribiremos otro día el poema,
vayamos ahora a la reunión, juntemos unos pesos,
llegaron compañeros con noticias,
tenés que estar sin falta, viejo.)
6)
Vendrán y te dirán (ya mismo, en
esta página)
sucio individualista,
tu obligación es darte sin protestas,
escribir para el hoy para el mañana
sin nostalgias de Chaucer o Rig Veda,
sin darle tiempo a Raymond Chandler o Duke Ellington,
basta de babosadas de pequeñoburgués,
hay que luchar contra la alienación ya mismo,
dejate de pavadas,
elegí entre el trabajo partidario
o cantarle a Gardel.
7)
Dirás, ya sé, que es lamentarse al
cuete
y tendrás la razón más objetiva.
Pero no es para vos que escribo este prosema,
lo hago pensando en el que arrima el hombro
mientras se acuerda de Rubén Darío
o silba un blues de Big Bill Broonzy.
Así era Roque Dalton,
que ojalá
me mirara escribir por sobre el hombro
con su sonrisa pajarera,
sus gestos de cachorro, la segura
bella inseguridad del que ha elegido
guardar la fuerza para la ternura
y tiernamente gobernar su fuerza.
Así era el Che con sus poemas de bolsillo,
su Jack London llenándole el vivac
de buscadores de oro y esquimales,
y eran también así
los muchachos nocturnos que en La Habana
me pidieron hablar, Marcia Leiseca
llevándome en la sombra hasta un balcón
donde dos o tres manos apretaron la mía
y bocas invisibles me dijeron amigo,
cuando allá donde estamos nos dan tregua,
nos hacen bien tus cuentos de cronopios,
nomás queriamos decírtelo, hasta pronto—
8)
Esto va derivando hacia otra cosa,
es tiempo de ajustarse el cinturón:
zona de turbulencia.
Nairobi, 1976
[Salvo el
crepúsculo, Buenos Aires, Ed. Alfaguara, 1996]
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