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[Rowena Hill (Cardiff, 1938-)]
La ética
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En una cueva en mis entrañas se ha despertado una tigresa y arrima a la bondad. No le creas a esa leche, dice, la leche que alimenta tiene otros ingredientes: es ácida, corrosiva, a veces venenosa, no aplaca las úlceras.
Ya no se remontan mis pensamientos a esferas puras, ni se arrastran caídos y arrepentidos en el lodo; dan vueltas obligadas en torno a la tigresa visceral, trenzando torbellinos.
El primer mandamiento: matarás. No existe silueta más hermosa que una garra si no es una cimitarra antigua o un avión de combate y la estela que deja en el cielo.
No hay nacimiento que no raje.
El señor de la misericordia le honra al hermano justiciero – ponle tú también en su pedestal.
Si él te lo dice, mata.
Pero sepas que zarpazo que asestes sin la más pura necesidad ya no lo redimes.
La garza blanca se posa en un tronco chamuscado podrido, solitario recuerdo de mi gracia entre la descomposición.
Ya no hay tigres. Su fuego veteado en la selva era mi más fiera perfección, su caminar danza extática.
Sin su fermento soy pan desabrido; mi claridad mengua por falta
de su resplandor medular. | entrada | Llibre del Tigre | sèrieAlfa | varia | Berliner Mauer | |