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El
tigre de la memoria ¡Ah
qué ganas de vaciar mi cabeza!
Tantos rostros, calles, invierno.
Un horizonte de promesas
incumplidas,
la fatiga del tiempo girando,
girando,
viejas cartas que nada dicen,
amores tapiados por la insolencia
del olvido.
El barco a punto de partir
y nos aferramos a nuestros
muertos,
el tigre de la memoria incansable
trabaja,
de sol a luna, de luna a mar.
El verdugo hastío se mece en mis
cabellos,
estoy solo, me he abandonado,
un juramento, un clamor, una
traición,
son enigmas que el viento
descifra,
continúo esta marcha inexorable
con la muerte en mis bolsillos.
Ô
En este país de insomnes
turbulencias
Nunca tuve casa, paciencia ni olvido,
Fui perro entre los perros, lobo entre los lobos,
Todas las puertas me fueron cerradas
En este país de insomnes turbulencias
En donde el más débil es devorado
Por ancestrales matones de cobalto,
Poco a poco fui engullido por hienas,
Por feroces tigres hambrientos,
Por la negra noche del anonimato.
Cada dos por tres me fueron crucificando,
Endilgándome motes ridículos,
Fui expulsado de todas las parroquias
Tratado de gusano por familiares cercanos
También por mujeres de amplias caderas.
Y fui tapado por excrementos,
En cada esquina era apaleado por poetas
Que me enrostraban mi poco apego
A las musas caballerescas.
Fui paria entre los parias,
Fui lejos el peor de todos,
Cercano amigo de los fusiles
Hermano de la comadreja
Y padre de todas las injurias.
Me acusan de reverenciar el desdén,
De asociarme con notorios cardenales.
Ahora, ahora ya es tarde para el vuelo del moscardón
Mientras tomo impulso desde el último piso.
Ô
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