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Oh roja tersura, viaje de placer,
el cuero en el torso y en el ánfora oscura:
nitrógeno y aceite, nieve en la espesura,
no puedes alejarte, ni puedes caer.
Que comas goma y sed te puede suceder,
sabes que ese alacrán es pura arquitectura
y muerdes su aguijón con mortal nervadura,
es lluvia de leche y es vaso en que beber.
Y déjate llevar por la nave o crucero
pues hay claveles insomnes sin amatistas
que estrenan hoy por ti sus vestidos de cuero
para que luna, tigre, o sierpe los desvistas.
Este es el reinado de un Tánatos con Eros.
Goza de tu muerte pero no te resistas.
Δ
La
Trampa del cazador IV
En el fondo del bosque la excelente
fiera herramienta de matar seguro,
hasta el tigre sufriera su indecente
zarpa de vil metal desde lo oscuro.
Pero he aquí que el hombre que la puso,
a dormitar se echara blandamente,
gustó su propietario el negro uso,
y al despertar se hirió terriblemente.
La obscuridad y el púrpura acabado.
La obscuridad, brilló la blanca luna.
El cazador por sí mismo cazado.
No hubo en suavidad manera alguna.
De mi vileza soy el torturado.
Hago mi sepultura de mi cuna.
Δ
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