El tigre de mil cabezas
abrió sus fauces de pájaros muertos
babeando el veneno intemporal
sobre las llagas de tierra
que duelen en los dedos
Tigre hambriento
has reencarnado
tantas veces que la historia
ya no te sabe a sangre
dejaste de cuidar a tus crías
para devorarte a la luna
sin memoria
y ahora pretendes regresar a mis noches
de niña desvirgada
enferma
Te asomas por la ventana
con los colmillos recién afilados
y gruñes escupiendo los cráneos de
mis ancestros
y el miedo asalta
en la madrugada
-con párpados cosidos
y boca sepultada-
para arrastrarlo hasta la mañana
cuando voy a visitar
las ruinas de mis pasos
y dejar rosas al altar del grillo
dorado
Y algunas veces
retornas pálido y frío
con la tarde
buscándome entre las piernas
las vísceras
el océano perdido de tus mañanas
quieres arrancar a tirones el retazo
[R.
Rodríguez Mendizábal]
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