Poema de amor | ||
Amo en ti lo que tienes de rock
sucio, de saxofón, de Jimmy Hendrix, de pederasta. Amo lo que tienes de mi tía Bertha sordomuda, de Wagner, amo o que tienes de Ella Fitzgerald, de Marilyn, de su lecho tan triste. Amo los ojos vidriosos que pusiste durante siete lunas luego de la noche amarga de John Lennon. Amo lo que tienes de exagrama, tu voluntad oracular, tu circular manía de atraparte la cola. Amo en ti lo que tienes del I Ching: aquel sagrado azar, pero no las monedas pero no los tallitos de milenrama sino el tremendo dolor de la verdad, el ojo de la máscara el laberinto que presupone el centro. Amo lo que te falta de Camile Claudel, pero no su locura sino su gran amor, su escultura de hospicio, de precipicio rodando hacia Rodin. Amo tu locura, tu pequeña locura, como la de los jilgueros. Amo lo que te suena desde el ombligo, algo como el jazz como el ombligo de Gillespie (trompeta muerto, en el año de 1993 muerte en la que te escuché.) Amo el misterio de tu carne, casi oriental, liviana como el caer de una hoja en otoño, tu carne dolorosa macerada con trágicas herencias. Amo en ti el trepidar de tu carne, tu carne de mariguana, de opio, de Cocteau. Amo los deslices de tu carne, los treinta denarios de tu carne, el judas de tu carne negándome tres veces. Amo en ti la memoria lacerada de la primera vez que desperté a tu lado, asustado, creyendo que había vivido un siglo. Amo en ti (y lo he besado con excesos) la brizna de hierba que te creció en el pubis la misma noche en que tomamos cerveza con Walt Whitman en una taberna de Manhattan. Amo tu trasero infantil donde juguetearon las manos de Dios, las lunas de tus mamas en la noche cerrada, las lunas de tus mamas en mis labios, en mis manos. Amo lo que tienes de Ilumán, de animal, esa dura coincidencia con la piedra. Amo lo que tienes de hombre, de ángel, de Hermes y Afrodita, de habitante de Orión. Amo lo que te falta para llegar a Rimbaud lo sagrado del desorden de su espíritu, lo que tienes de perro sabueso, de gato, es decir la hetaira de Baudelaire. Amo lo que tienes de Remedios la Bella, de su sábana soplada por la bruja de la palabra. Amo lo que tienes de la pantera rosa, de Chaplin, de Charlot, de Carlitos, sus cordones, su tristísimo tallarín. Amo lo que tienes de ciudad, de griega, de tragedia, lo bello que te quedó de Alejandría. Amo lo que tienes de Quito a la hora en que se refrescan los venados, al crepúsculo, lo que tienes de beata cuando mi corazón es una iglesia. Amo lo que tienes de cortesana y de Cortázar y su maga y de puta, y de la Justine de Sade en la silla de los dulces suplicios. Amo lo que tienes de Hermética de libro sagrado a pierna abierta, de equilibrio, de proporción áurea, como la de los quindes chupando la amapola. Amo tu karma parecido al de las brujas del medioevo. Amo lo que tienes de bicéfalo cuando uno a tu cabeza mi cabeza atormentada. Amo tus lágrimas de cocodrilo tus lágrimas para hacerme una chaqueta, tus lágrimas de Sinead O´Connor abusada por su padre. Amo la brutalidad de tu padre que te permitió buscar en mí su lado humano. Amo tu edad, el calor de tu edad acurrucada al frío de mi edad. Amo tu parentesco con las piedras de Moore y de Brancussi (en el cementerio de Montparnasse) con las piedras de Cuevas, caídas en el lienzo en actitud humana, tu terco parentesco con el bailejo de Guayasamín, con su ocarina lúgubre. Amo lo que tienes de droga, de puñal y de veneno. Amo lo que tienen tus palabras de piedras preciosas, de piedra de Sacsahuamán, de amatista, de jade, de turquesa, de gotas de lluvia en el desierto, de ojos de tigre, de manchas de tigre. Amo lo que tienes de Ariadna tejiendo tenaz de la noche a la mañana el ovillo de lana de la espera. Amo lo que tienes de viuda inconsolable, de post-mujer, de pre-bélica. Amo lo que tienes de bebé retardado de disléxica, la penosa "sinceridad física" de tus pómulos que se ruborizan al primer canto del gallo. Amo lo que te decía Cummings apenas presintiéndote: "Amo mi cuerpo cuando está con tu cuerpo es un cuerpo nuevo, de superiores músculos y estremecidos nervios" Te amo cuando quebrada por el dolor murmuras cabizbaja, en actitud de péndulo: "Maldito Flaubert, todo lo que inventamos no es cierto" Amo lo que tienes de Milena, esa pobre nostalgia de algún Kafka, esa gran bruma... Amo lo que aún te queda en los ojos de una canción de J.J. lo que tienes de insecto, pero más que todo de mantis. Amo tu pena de lo que no viviste el período que va desde 1870 a 1874 temporada en la que solo Rimbaud vivía entre tanto muerto de igualdad y fraternidad. Sí, amo tu pena de lo que no viviste las bragas desatadas del sesenta, su esplendorosa infamia, la montaña, su ácido lisérgico. ....... Pero más que todo lo tuyo lo puramente tuyo, la puerta del misterio, la llave, la otredad, que con tanta amargura, va desapareciendo en el poema... [Raúl Pérez Pérez] |
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