[Badr Shakir al-Sayyab (1926 Iraq – 1964)]

 

 

Oscurecer

Cuando aparta la luz

que arroja la hoguera

de tu cara la tiniebla

y murmura la oscuridad

sus sombríos gemidos

sobre tu cara,

susurran tus ojos

toda la tristeza de los tiempos,

todas sus fiestas,

las alegrías de sus nacimientos,

las algarabías de las ofrendas,

¡sus flores y sus vinos!

 

Luz y tiniebla:

leyenda grabada sobre las rocas.

Cuántas veces se protegió con el fuego

de un fiero león

y cuántas veces espantó a los tigres

el hombre de aquellas épocas

¡con la luz y el fuego!

¡Apaga nuestra lámpara! ¡Apágala!

Apaguemos el horno

y ocultemos allí el pan

para que no hagan regresar las rocas

una leyenda de fuego que sigue girando

hasta convertirse su principio

en nuestro final. La noche de las tumbas

es su principio.

Quedémonos en la oscuridad

para que no nos vean los tigres

que rondan en las sombras

esperando expulsar a los vivos

de un bosque en el cielo

con las rocas y el fuego

y ¡mancillar las tumbas!

 

 

[El canto de la lluvia. Huerga & Fierro Editores. Traducción: Carolina Fraile Conde]


 

Canción en el mes de agosto

 

Tammuz muere sobre el horizonte,

su sangre penetra con el crepúsculo

en la cueva sombría. La oscuridad

es una ambulancia negra.

Se diría que la noche fuese un rebaño de mujeres:

kohol y mantos negros.

La noche es una gran tienda.

La noche es un día cerrado.

 

Llamé a la negra sirvienta:

Llegó la noche, ¡Muryana!

Enciende la luz. ¿Sabes, qué? Tengo hambre.

Y... olvidé ¿qué canción es¿?

¿Qué balbucea esta radio?

En Londres hay música de Jazz, Muryana.

¡Ponla!... Estoy contenta,

el jazz es ritmo de sangre.

 

Tammuz muere y Muryana

cual bosque se acurruca con frío...

 

Dice con respiración ahogada:

"La noche, puerco salvaje,

¡la noche es miseria!"

Muryana... ¿Suena el timbre?

Dice con respiración entrecortada:

"a la puerta hay mujeres"

Y Muryana prepara el café.

 

Sobre los hombros blancos hay pieles,

el lobo cubre a una mujer.

Sobre los senos las pieles de tigre

son un amanecer que se filtra por el denso bosque entre arboledas

y la noche se alarga con la tertulia.

La noche como una hoguera, irradia figuras humanas.

Un pan inhala sus fuegos.

La invitada come hambrienta

de esos alimentos. Y Muryana

cual bosque se acurruca con frío.

 

La invitada ríe diciendo: "El prometido de Suad

rompió con ella. ¡Se deshizo el compromiso!

El perro desairó a la perra..."

Tammuz muere para no volver jamás.

El frío se derrama desde la luna,

ella se cobija en la estufa criticando el honor de la gente.

La noche apaga sus orillas,

la invitada se encoge con frío

y la piel del lobo la cubre...

Se apagan los fuegos que ella avivaba con sangre.

 

Noche y hielo,

por ellos se deja caer una voz, gemidos de hierro

que oculta el aullido de los lobos...

El sonido es lejano

y la invitada como yo tiene frío.

Ven y comparte conmigo mi frío.

Por Dios, ¡ven!

¡Esposo mío! Estoy sola,

la invitada como yo, tiene frío.

¡Ven! ¡Ven!

Sólo contigo puedo criticar a toda la gente.

Por Dios, ¡ven!

Hay mucha gente... La oscuridad

es un coche fúnebre, su conductor ciego, tu corazón

un cementerio.

 

[Traducción: Carolina Fraile Conde]

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