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Yo te quiero porque eres
atolondrado y núbil.
Puedes hacer alarde de tu
impericia porque
Una mañana clara dintela tu
futuro.
En la siesta de abril, a la
orilla del río,
Tu perfección se vuelve
contraria, iconoclasta,
Deslumbrante destroyer de todas
las mentiras.
Qué levemente agobia la plata
tu carótida.
Qué dulce procela desatada en
el centro
Gemelo de tus ojos, qué
desigual la sueñas.
Retirando del curso del mundo
tu hermosura
Eres paradisíaco. Sin saberlo
retornas
A uno de los tres reinos de la
naturaleza,
Al tuyo, a tu dominio de
violencia y de vida
Donde son verdaderas las
señales no escritas.
Todos esos indicios de que en
ti prevalece
El instinto, inconsciente los
emites, son ciertos,
Son los signos del tigre, que
en tu cuerpo se estira.
Yo te quiero porque eres
delicado e insólito
Como algunos momentos de los
demás mortales.
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Del lado del amor duerme mi cuerpo
This is a puzzling poem
G. Williams, sobre la Oda 111 2 de Horacio
Del lado del amor duerme mi cuerpo
desde niño. He cumplido
30 años. No escribo mi futuro
ni mi pasado. Sea
la medida de todo el corazón.
He cumplido también sueños y miedos.
Sea también. He pisado
un septiembre de lágrimas, amargo
como frontera atrás, como vendimia
irremediable. Yeso era el dolor.
Ahora he comprendido
que es necesario el ciervo, y es necesario el tigre.
Afirmo todo aquello que negué.
Cómo me salvaré sino queriendo.
He tenido al que fui
con 19 años en mis brazos
y lo he visto feliz. He percibido cómo
mi cuerpo transmitía
esa felicidad,
que iba de mis labios a sus labios,
de mi torso a su torso, de mi piel a la suya.
Sé que los iletrados y los tímidos
conocen la verdad. Pierdo mi tiempo
dejando este reguero
largo de sílabas, porque movido
a resplandor, resuelto
en poema, será
inapagable luz
que llegará algún día
hasta el oscuro centro de tus ojos.
Δ
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