|
AL
Al adquirir una
enciclopedia
Aquí la vasta enciclopedia de Brockhaus
aquí los muchos y cargados
volúmenes y el volumen del atlas,
aquí la devoción de Alemania,
aquí los neoplatónicos y los
agnósticos,
aquí el primer Adán y Adán de
Bremen,
aquí el tigre y el tártaro,
aquí la escrupulosa tipografía y el
azul de los mares,
aquí la memoria del tiempo y los
laberintos del tiempo,
aquí el error y la verdad,
aquí la dilatada miscelánea que
sabe más que cualquier hombre,
aquí la suma de la larga vigilia.
Aquí también los ojos que no
sirven, las manos que no aciertan las ilegibles páginas,
la dudosa penumbra de la ceguera, los muros que se alejan.
Pero también aquí una
costumbre nueva,
de esta costumbre vieja, la casa,
una gravitación y una presencia,
el misterioso amor de las cosas
que nos ignoran y se ignoran.
[La cifra]
Δ
alguien
Alguien
Un
hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.
Sabe que no debe mirarla de cerca,
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado,
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.
Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno.
[Historia
de la noche]
Δ
allour
All Our Yesterdays
Quiero
saber de quién es mi pasado.
¿De cuál de los que fui? ¿Del ginebrino
Que trazó algún hexámetro latino
Que los lustrales años han borrado?
¿Es de aquel niño que buscó en la entera
Biblioteca del padre las puntuales
Curvaturas del mapa y las ferales
Formas que son el tigre y la pantera?
¿O de aquel otro que empujó una puerta
Detrás de la que un hombre se moría
Para siempre, y besó en el blanco día
La cara que se va y la cara muerta?
Soy los que ya no son. Inútilmente
Soy en la tarde esa perdida gente.
[La rosa profunda]
Δ
alloury
All Our Yesterdays
Gern
wüßt ich, wem von denen, die ich war,
meine Vergangenheit gehört - dem Genfer,
der einen Hexameter auf Latein
skizzierte, den die vielen Jahre tilgten?
Dem Jungen, der in der vollständigen
Bibliothek des Vaters die genauen
Kurven des Globus suchte und die wilden
Gestalten, die Tiger und Panther sind?
Oder jenem, der eine Tür aufstieß,
hinter welcher ein Mann im Sterben lag
auf immer, und im bleichen Tag geküßt hat
das schwindende und das tote Gesicht?
Ich bin die nicht mehr sind. Sinnlos bin ich
im Abend diese verschollenen Leute.
Übersetzung:
Gisbert Haefs
Δ
AUN
A un César
En la noche propicia a los lemures
Y a las larvas que hostigan a los muertos,
Han cuartelado en vano los abiertos
Ámbitos de los astros tus augures.
Del toro yugulado en la penumbra
Las vísceras en vano han indagado;
En vano el sol de esta mañana alumbra
La espada fiel del pretoriano armado.
En el palacio tu garganta espera
Temblorosa el puñal. Ya los confines
Del imperio que rigen tus clarines
Presienten las plegarias y la hoguera.
De tus montañas el horror sagrado
El tigre de oro y sombra ha profanado.
[La rosa profunda]
Δ
ANEINEM
An einen Caesar
In der Nacht, die Lemuren günstig ist
und auch den Larven, die die Toten quälen,
haben all deine Wahrsager vergebens
die offenen Sternenkreise unterteilt.
Vergebens haben sie die eingeweide
des Stiers, gekehlt im Zwielicht, untersucht;
vergebens scheint die Sonne dieses Morgens
auf das getreue Schwert des Prätorianers.
Bebend erwartet deine Kehle im
Palast den Dolch. Schon längst ahnen die Grenzen
des Reichs, das deine Fanfaren regieren,
die Bittgebete und den Scheiterhaufen.
Den heiligen Schrecken deiner Berge hat
der Tiger aus Gold und Schatten geschändet.
Übersetzung: Gisbert
Haefs
Δ
BORG
Borges y yo
Al
otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y
me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la
puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una
terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de
arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, el sabor del café y la prosa
de Stevenson; el otro comparte esas preferencias pero de un modo vanidoso que
las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra
relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar
su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado
ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque
lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la
tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y
sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy
cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y
magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su
ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de
quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos
en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una
guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del
arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de
Borges y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo
pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé
cual de los dos escribe esta página.
[El hacedor]
Δ
DREAM
Dreamtigers
En la infancia yo ejercí con fervor la adoración del
tigre: no el tigre overo de los camalotes del Paraná y de la confusión
amazónica, sino el tigre rayado, asiático, real, que sólo pueden afrontar los
hombres de guerra, sobre un castillo encima de un elefante. Yo solía
demorarme sin fin ante una de las jaulas en el Zoológico; yo apreciaba las
vastas enciclopedias y los libros de historia natural, por el esplendor de
sus tigres. (Todavía me acuerdo de esas figuras: yo que no puedo recordar sin
error la frente o la sonrisa de una mujer.) Pasó la infancia, caducaron los
tigres y su pasión, pero todavía están en mis sueños. En esa napa sumergida o
caótica siguen prevaleciendo y así: Dormido, me distrae un sueño cualquiera y
de pronto sé que es un sueño. Suelo pensar entonces: Éste es un sueño, una
pura invención de mi voluntad, y ya que tengo un ilimitado poder, voy a
causar un tigre. ¡Oh, incompetencia! Nunca mis sueños saben engendrar la
apetecida fiera. Aparece el tigre, eso sí, pero disecado o endeble, o con
impuras variaciones de forma, o de un tamaño inadmisible, o harto fugaz, o
tirando a perro o a pájaro.
[El hacedor]
Δ
ELO
El Oriente
La mano
de Virgilio se demora
Sobre una tela con frescura de agua
Y entretejidas formas y colores
Que han traído a su Roma las remotas
Caravanas del tiempo y de la arena.
Perdurará en un verso de las Geórgicas.
No la había visto nunca. Hoy es la seda.
En un atardecer muere un judío
Crucificado por los negros clavos
Que el pretor ordenó, pero las gentes
De las generaciones de la tierra
No olvidarán la sangre y la plegaria
Y en la colina los tres hombres últimos.
Sé de un mágico libro de hexagramas
Que marca los sesenta y cuatro rumbos
De nuestra suerte de vigilia y sueño.
¡Cuánta invención para poblar el ocio!
Sé de ríos de arena y peces de oro
Que rige el Preste Juan en las regiones
Ulteriores al Ganges y a la Aurora
Y del hai ku que
fija en unas pocas
Sílabas un instante, un eco, un éxtasis;
Sé de aquel genio de humo encarcelado
En la vasija de amarillo cobre
Y de lo prometido en la tiniebla.
¡Oh mente que atesoras lo increíble!
Caldea, que primero vio los astros.
Las altas naves lusitanas; Goa.
Las victorias de Clive, ayer suicida.
Kim y su lama rojo que prosiguen
Para siempre el camino que los salva.
El fino olor del té, el olor del sándalo.
Las mezquitas de Córdoba y del Aksa
Y el tigre, delicado como el nardo.
Tal
es mi Oriente. Es el jardín que tengo
Para que tu memoria no me ahogue.
[La
rosa profunda]
Δ
DEROR
Der Orient
Die
Hand Vergils verweilt auf einem Tuch,
das kühl wie frisches Wasser ist und voll
von vieiverwobenen Formen und Farben,
nach Rom gebracht von fernen Karawanen
durch die Zeit und den Sand. Es überdauert
in einem Vers in der Georgica.
Er sah dies nie zuvor. Heut ist es Seide.
Ein Jude stirbt an einem Nachmittag,
gekreuzigt mit den schwarzen Nägeln, wie
der Praetor es befahl, aber die Menschen
der Generationen auf der Erde
vergessen nicht das Blut und das Gebet
und auf dem Hügel die drei letzten Männer.
Ich weiß von einem magischen Buch, das
die vierundsechzig Wege unsres Schicksals
- Schlaf und Wacht - in Hexagrammen beschreibt.
Soviel Erfindung, Muße zu hevölkern!
Ich weiß von Sandströmen und goldnen Fischen,
die der Priester Johannes in den Landen
jenseits von Ganges und Morgenrot lenkt,
vom hai ku, das in ein paar Silben einen
Moment, ein Echo, ein Entzücken bannt;
ich weiß von jenem Dschinn aus Rauch, gefangen
im Topf aus gelbem Kupfer, und von dem,
was er in Dunkelheit geschworen hat.
O Geist der du das Unglaubliche hortest!
Chaldäa, das zuerst die Sterne sah.
Lusitaniens hohe Schiffe; Goa.
Die Siege Clives, der sich gestern entleibte;
Kim und sein roter Lama, die für immer
den Weg schreiten, der sie erlösen wird.
Der feine Duft von Tee, von Sandelholz.
Die Moschee Córdobas und die Aksa
und der Tiger, der zart ist wie die Narde.
So
ist mein Orient: Garten, den ich hege,
damit mich dein Gedenken nicht erstickt.
Übersetzung:
Gisbert Haefs
Δ
ELORO
El oro de los
tigres
Hasta
la hora del ocaso amarillo
Cuántas veces habré mirado
Al poderoso tigre de Bengala
Ir y venir por el predestinado camino
Detrás de los barrotes de hierro,
Sin sospechar que eran su cárcel.
Después vendrían otros tigres,
El tigre de fuego de Blake;
Después vendrían otros oros,
El metal amoroso que era Zeus,
El anillo que cada nueve noches
Engendra nueve anillos y éstos, nueve,
Y no hay un fin.
Con los años fueron dejándome
Los otros hermosos colores
Y ahora solo me quedan
La vaga luz, la inextricable sombra
Y el oro del principio.
Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores
Del mito y de la épica,
Oh un oro más precioso, tu cabello
Que ansían estas manos.
East
Lansing, 1972
[El oro
de los tigres]
Δ
DASGOLD
Das Gold der Tiger
Bis
zur Stunde des gelben Sonnenuntergangs
- wie oft habe ich wohl
den mächtigen bengalischen Tiger
kommen und gehen sehen seinen vorbestimmten Weg
hinter den eisernen Stäben,
ohne daß er wußte, dies war sein Kerker.
Danach sollten andere Tiger kommen,
die Feuertiger von Blake;
danach sollte anderes Gold kommen,
das liebende Metall, das Zeus war;
der Ring, der alle neun Nächte
neun Ringe zeugt, und diese wieder neun,
ohne Ende.
Mit en Jahren verließen mich langsam
die anderen schönen Farben,
und heute bleiben mir nur
das vage Licht, der unentwirrbare Schatten
und das Gold des Beginns.
O Untergänge, o Tiger, o Glanz
des Mythos und der Epen,
o kostbareres Gold, dein Haar,
das diese Hände ersehnen.
Übersetzung:
Gisbert Haefs
Δ
ELOTRO
El otro tigre
And
the craft that createth a semblance
MORRIS: Sigurd the Volsung,
1876
Pienso
en un tigre. La penumbra exalta
la vasta Biblioteca laboriosa
y parece alejar los anaqueles;
fuerte, inocente, ensangrentado y nuevo,
él irá por su selva y su mañana
y marcará su rastro en la limosa
margen de un río cuyo nombre ignora
(en su mundo no hay nombres ni pasado
ni porvenir, sólo un instante cierto.)
Y salvará las bárbaras distancias
y husmeará en el trenzado laberinto
de los olores el olor del alba
y el olor deleitable del venado.
Entre las rayas del bambú descifro
sus rayas y presiento la osatura
bajo la piel espléndida que vibra.
En vano se interponen los convexos
mares y los desiertos del planeta;
desde esta casa de un remoto puerto
de América del Sur, te sigo y sueño,
oh tigre de las márgenes del Ganges.
Cunde la tarde en mi alma y reflexiono
que el tigre vocativo de mi verso
es un tigre de símbolos y sombras,
una serie de tropos literarios
y de memorias de la enciclopedia
y no el tigre fatal, la aciaga joya
que, bajo el sol o la diversa luna,
va cumpliendo en Sumatra o en Bengala
su rutina de amor, de ocio y de muerte.
Al tigre de los símbolos he opuesto
el verdadero, el de caliente sangre,
el que diezma la tribu de los búfalos
y hoy, 3 de agosto del 59,
alarga en la pradera una pausada
sombra, pero ya el hecho de nombrarlo
y de conjeturar su circunstancia
lo hace ficción del arte y no criatura
viviente de las que andan por la tierra.
Un tercer tigre buscaremos. Éste
será como los otros una forma de mi sueño,
un sistema de palabras
humanas y no el tigre vertebrado
que, más allá de las mitologías,
pisa la tierra. Bien lo sé, pero algo
me impone esta aventura indefinida,
insensata y antigua, y persevero
en buscar por el tiempo de la tarde
el otro tigre, el que no está en el verso.
[El
hacedor]
Δ
THEOTHER
The other
tiger
A tiger comes to mind. The twilight here
Exalts the vast and busy Library
And seems to set the bookshelves back in gloom;
Innocent, ruthless, bloodstained, sleek
It wanders through its forest and its day
Printing a track along the muddy banks
Of sluggish streams whose names it does not know
(In its world there are no names or past
Or time to come, only the vivid now)
And makes its way across wild distances
Sniffing the braided labyrinth of smells
And in the wind picking the smell of dawn
And tantalizing scent of grazing deer;
Among the bamboo's slanting stripes I glimpse
The tiger's stripes and sense the bony frame
Under the splendid, quivering cover of skin.
Curving oceans and the planet's wastes keep us
Apart in vain; from here in a house far off
In South America I dream of you,
Track you, O tiger of the Ganges' banks.
It strikes me now as evening fills my soul
That the tiger addressed in my poem
Is a shadowy beast, a tiger of symbols
And scraps picked up at random out of books,
A string of labored tropes that have no life,
And not the fated tiger, the deadly jewel
That under sun or stars or changing moon
Goes on in Bengal or Sumatra fulfilling
Its rounds of love and indolence and death.
To the tiger of symbols I hold opposed
The one that's real, the one whose blood runs hot
As it cuts down a herd of buffaloes,
And that today, this August third, nineteen
Fifty-nine, throws its shadow on the grass;
But by the act of giving it a name,
By trying to fix the limits of its world,
It becomes a fiction not a living beast,
Not a tiger out roaming the wilds of earth.
We'll hunt for a third tiger now, but like
The others this one too will be a form
Of what I dream, a structure of words, and not
The flesh and one tiger that beyond all myths
Paces the earth. I know these things quite well,
Yet nonetheless some force keeps driving me
In this vague, unreasonable, and ancient quest,
And I go on pursuing through the hours
Another tiger, the beast not found in verse.
Δ
OOUTRO
O outro
tigre
And the craft that createth a semblence
MORRIS: Sigurd the Volsung
(1876)
Penso em um tigre. E a penumbra exalta
A vasta livraria trabalhosa,
Parecendo afastar as prateleiras;
Forte, inocente, ensangüentado, novo,
Ele irá de manhã por sua selva
E marcará seu rasto na limosa
Margem de um rio cujo nome ignora
(Seu mundo não tem nomes, nem passado,
Nem porvir, mas só um instante certo).
E vencerá as bárbaras distâncias
Farejando na renda labiríntica
Dos aromas o aroma da aurora
E o odor deleitável do veado.
Por entre as raias do bambu decifro
Suas raias, pressinto sob a pele
A ossatura esplêndida que vibra.
Inutilmente se interpõem convexos
Mares com os desertos do planeta;
Pois desta casa em um remoto porto
Da América do Sul, te sigo e sonho,
Ó tigre das gerais do Rio Ganges.
Cresce a tarde em minh'alma e vou pensando
Que o tigre evocativo do meu verso
É um tigre de símbolos e sombras
Uma série de tropos literários
E de lembranças de enciclopédia,
E não o tigre fatal, aziaga jóia
Que, sob o sol ou a diversa lua,
Vai cumprindo em Sumatra ou Bengala
Sua rotina de amor, ócio, morte.
Ao tigre desses símbolos opus
O real, que tem sangue quente, e hoje
5 de agosto de 59,
Estende na planície uma pausada
Sombra; porém, o fato de dizê-lo
E de conjeturar a circunstância
O faz ficção artística, não ser
Vivente dos que andam pela terra.
Um outro tigre buscaremos. Esse
Será como os primeiros uma forma
De meu sonho, sistema de palavras
Humanas, e não tigre vertebrado
Que, das mitologias indo além,
Pisa a terra. Bem sei; algo entretanto
Me impõe essa aventura indefinida,
Insensata e antiga, e persevero
Em buscar pelo tempo desta tarde
O outro tigre, o que não vem no verso.
Tradução: Paulo Mendes Campos
Δ
LALTRA
L’altra tigre
Penso a una tigre. La penombra esalta
la vasta biblioteca laboriosa
e sembra allontanare gli scaffali;
forte, innocente, insanguinata e nuova,
lei vagherà per la sua selva e il suo mattino
e traccerà le sue orme sul fangoso
margine di un fiume di cui ignora il nome.
(nel suo mondo non ci sono nomi né passato
né futuro, solo un istante vero.)
E percorrerà le barbare distanze
e annuserà nell'intrecciato labirinto
degli odori dell'odore dell'alba
e l'odore dilettevole del cervo;
fra le strisce del bambù decifro
le sue strisce e presento l'ossatura
sotto la pelle splendida che vibra.
Invano si interpongono i convessi
mari e i deserti del pianeta:
da questa casa di un remoto porto
dell'America del Sud, ti seguo e ti sogno,
oh tigre delle rive del Gange.
Si propaga la sera nella mia anima e rifletto
che la tigre vocativa dei miei versi
è una tigre di simboli e ombre,
una serie di figure letterarie
e di memoria dell'enciclopedia
e non è la tigre fatale,il funesto gioiello
che, sotto il sole o la diversa luna,
sta compiendo a Sumatra o nel Bengala
la sua routine di amore, di ozio,e di morte.
Alla tigre dei simboli ho opposto
quella vera, quella del sangue caldo,
quella che decima la tribù dei bufali
e oggi, 3 agosto del 59,
allunga sul prato una lenta
ombra, però già il fatto di nominarla
e di congetturare le sue circostanze
la rende funzione dell'arte e non creatura
vivente di quelle che vanno per la terra.
Una terza tigre cercheremo. Questa
sarà come le altre una forma
del mio sogno, un sistema di parole
umane e non la tigre vertebrata
che, al di là delle mitologie,
calpesta la terra. Lo so bene, ma qualcosa
mi impone quest'avventura indefinita,
insensata e antica, e persevero
nel cercare lungo il tempo della sera
l'altra tigre, quella che non è nei versi.
Δ
ELTI
El Tigre
Iba y
venía, delicado y fatal, cargado de infinita energía, del otro lado de los
firmes barrotes y todos lo mirábamos. Era el tigre de esa mañana, en Palermo,
y el tigre del Oriente y el tigre de Blake y de Hugo y Shere
Khan, y los tigres que fueron y que serán y
asimismo el tigre arquetipo, ya que el individuo, en su caso, es toda la
especie. Pensamos que era sanguinario y hermoso. Norah, una niña, dijo: Está
hecho para el amor.
[Historia
de la noche]
Δ
DERTI
Der Tiger
Er kam und ging, zart und verhängnisvoll, geladen mit
unendlicher Energie, auf der anderen Seite der festen Stäbe, und wir alle betrachteten
ihn. Er war der Tiger dieses Morgens, im Stadtteil Palermo, und der Tiger des
Orients und der Tiger von Blake und von Hugo und Schere Kahn, und die Tiger
die gewesen sind und sein werden und zugleich der archetypische Tiger, da das
Individuum in seinem Fall die gesamte Art ist. Wir fanden, er sei blutrünstig
und schön. Norah, ein kleines Mädchen, sagte: Er ist für die Liebe gemacht.
Übersetzung:
Curt Meyer-Clason
Δ
ELTIG
El Tigre
Anava i tornava, delicat i
fatal, carregat d'infinita energia, a l'altra banda dels ferms barrots i tots
el miràvem. Era el tigre d'aquell matí, a Palerm, i el tigre de l'Orient i el
tigre de Blake i d'Hugo i Shere Khan, i els tigres
que han estat i que seran, i així mateix el tigre arquetip, ja que
l'individu, al seu torn, és tota l'espècie. Pensem que era sanguinari i bell.
Norah, una nena, digué: Està fet per a l'amor.
Traducció de Salvador Jàfer
Δ
INVENT
Inventario
Hay
que arrimar una escalera para subir. Un tramo le falta.
¿Qué podemos buscar en el altillo
Sino lo que amontona el desorden?
Hay olor a humedad.
El atardecer entra por la pieza de plancha.
Las vigas del cielo raso están cerca y el piso está vencido.
Nadie se atreve a poner el pie.
Hay un catre de tijera desvencijado.
Hay unas herramientas inútiles.
Está el sillón de ruedas del muerto.
Hay un pie de lámpara.
Hay una hamaca paraguaya con borlas, deshilachada.
Hay aparejos y papeles.
Hay una lámina del estado mayor de Aparicio Saravia.
Hay una vieja plancha a carbón.
Hay un reloj de tiempo detenido, con el péndulo roto.
Hay un marco desdorado, sin tela.
Hay un tablero de cartón y unas piezas descabaladas.
Hay un brasero de dos patas.
Hay una petaca de cuero.
Hay un ejemplar enmohecido del Libro de los Mártires de Foxe, en intrincada letra gótica.
Hay una fotografía que ya puede ser de cualquiera.
Hay una piel gastada que fue de tigre.
Hay una llave que ha perdido su puerta.
¿Qué podemos buscar en el altillo
Sino lo que amontona el desorden?
Al olvido, a las cosas del olvido, acabo de erigir este monumento,
Sin duda menos perdurable que el bronce y que se confunde con ellas.
[La rosa
profunda]
Δ
INVENTA
Inventar
Man
muß eine Leiter anstellen, um hinaufzusteigen. Eine Sprosse fehlt.
Was können wir anderes auf dem Speicher suchen,
als was die Unordnung auftürmt?
Es riecht feucht.
Die Abenddämmerung dringt durchs Bügelzimmer ein.
Die Deckenbalken sind niedrig und der Boden eingesunken.
Keiner wagt aufzutreten.
Da ist ein ausgeleiertes Klappbett.
Da ist einiges unbrauchbares Werkzeug.
Da steht der Rollstuhl des Toten.
Da ist ein Lampenfuß.
Da ist eine zerfranste Hängematte aus Paraguay, mit Troddeln.
Da sind Geräte und Papiere.
Da ist ein Bild von Aparicio Saravias Generalstab.
Da ist ein altes Kohlebügeleisen.
Da ist eine Uhr mit angehaltener Zeit und zerbrochenem Pendel.
Da ist ein abgeblätterter Goldrahmen, ohne Bild.
Da ist ein Spielbrett aus Pappe mit einzelnen Figuren.
Da ist ein Kohlebecken mit zwei Füßen.
Da ist ein Lederkoffer.
Da ist ein angeschimmeltes Exemplar von Foxes Book of Martyrs in
komplizierter Fraktur.
Da ist eine Fotografie, die längst jeder sein könnte.
Da ist ein morsches Fell, das einem Tiger gehört hat.
Da ist ein Schlüslel, der seine Tür verloren hat.
Was können wir anderes auf dem Speicher suchen, als was die Unordnung
auftürmt?
Dem Vergessen, den Dingen des Vergessens habe ich dies Monument errichtet,
Zweifellos weniger dauerhaft ais Erz, und es vermischt sich mit ihnen.
Übersetzung:
Gisbert Haefs
Δ
JUAN
Juan, I, 14
No
será menos un enigma esta hoja
que la de Mis libros sagrados
ni aquellas otras que repiten
las bocas ignorantes,
creyéndolas de un hombre, no espejos
oscuros del Espíritu.
Yo que soy el Es, el Fue y el Será,
vuelvo a condescender al lenguaje,
que es tiempo sucesivo y emblema.
Quien juega con un niño juega con algo
cercano y misterioso;
yo quise jugar con Mis hijos.
Estuve entre ellos con asombro y ternura.
Por obra de una magia
nací curiosamente de un vientre.
Viví hechizado, encarcelado en un cuerpo
y en la humildad de un alma.
Conocí la memoria,
esa moneda que no es nunca la misma.
Conocí la esperanza y el temor,
esos dos rostros del incierto futuro.
Conocí la vigilia, el sueño, los sueños,
la ignorancia, la carne,
los torpes laberintos de la razón,
la amistad de los hombres,
la misteriosa devoción de los perros.
Fui amado, comprendido, alabado y pendí de una cruz.
Bebí la copa hasta las heces.
Vi por Mis ojos lo que nunca había visto:
la noche y sus estrellas.
Conocí lo pulido, lo arenoso, lo desparejo, lo áspero,
el sabor de la miel y de la manzana,
el agua en la garganta de la sed,
el peso de un metal en la palma,
la voz humana, el rumor de unos pasos sobre la hierba,
el olor de la lluvia en Galilea,
el alto grito de los pájaros.
Conocí también la amargura.
He encomendado esta escritura a un hombre cualquiera;
no será nunca lo que quiero decir,
no dejará de ser su reflejo.
Desde Mi eternidad caen estos signos.
Que otro, no el que es ahora su amanuense, escriba el poema.
Mañana seré un tigre entre los tigres
y predicaré Mi ley a su selva,
o un gran árbol en Asia.
A veces pienso con nostalgia
en el olor de esa carpintería.
[Elogio
de la sombra]
Δ
JOAHN
Johannes 1:4
Nicht
minder ein Rätsel wird dieses Blatt sein
als die Blätter Meiner heiligen Bücher
noch als jene anderen die
unwissende Münder nachsprechen,
weil sie sie für die eines Menschen halten, nicht für
dunkle Spiegel des Geistes.
Ich der ich das Ist bin, das War und das Wird,
lasse mich wieder hinab zur Sprache,
die sukzessive Zeit ist un Emblem.
Wer mit einem Kind spielt, spielt mit etwas
Nahem und Geheimnisvollem;
ich wollte mit Meinen Kindern spielen.
Ich war unter ihnen mit Staunen un Zärtlichkeit.
Durch einen Zauber
wurde ich seltsam aus einem Leib geboren.
Ich lebte verhext, eingekerkert in einen Körper
und die Demut einer Seele.
Ich lernte die Erinnerung kennen,
diese Münze, die nie dieselbe ist.
Ich lernte die Hoffnung kennen und die Furcht,
diese beiden Gesichter der ungewissen Zukunft.
Ich lernte das Wachen kennen, den Schlaf, die Träume;
die Unwissenheit, das Fleisch,
die plumpen Labyrinte der Vernunft,
die Freundschaft der Menschen,
die geheimnisvolle Ergebenheit der Hunde.
Ich wurde geliebt, verstanden, gelobt und hing an einem Kreuz.
Ich trank den Becher bis zur Neige.
Ich sah mit Meinen Augen was ich nie gesehen hatte:
die Nacht und ihre Sterne.
Ich lernte das Glatte kennen, das Sandige, das Holprige, das Rauhe,
den Geschmack von Honig und Apfel,
das Wasser in der Kehle des Durstes,
das Gewicht einer Münze im Handteller,
die menschliche Stimme, das Geräusch von Schritten im Gras,
den Geruch des Regens in Galiläa,
den hohen Schrei der Vöel.
Und ich lerne die Bitterkeit kennen.
Diese Niederschrift habe ich irgendeinem Menschen übertragen;
sie wird nie sein, was ich sagen will,
aber immer ein Widerschein.
Aus Meiner Ewigkeit fallen diese Zeichen.
Möge ein anderer, nicht der, welcher jetzt sein Gehilfe ist,
das
Gedicht schreiben. Morgen werde ich ein Tiger unter Tigern sein
und ihrem Wald Mein Gesetz predu¡igen,
oder ein großer Baum in Asien.
Manchmal denke ich mit Heimweh
an den Geruch dieser Tischlerei.
Übersetzung: Gisbert Haefs
Δ
JEAN
Jean,I,14
Cette page ne sera pas moins énigmatique
Que celle de Mes livres sacrés
ou de ces autres-là que répètent
les bouches ignorantes,
les croyant oeuvres de l'homme, non pas miroirs
obscurs de l'Esprit.
Moi qui suis le Je suis, le Je fus et le Je serais,
Je condescends encore au langage
qui est temps successif et emblème.
Celui qui joue avec un enfant joue avec quelque chose
de proche et de mystérieux;
J'ai voulu jouer avec Mes enfants.
J'ai été parmi eux avec surprise et tendresse.
Par l'effet d'une magie
Je naquis curieusement d'un ventre.
Je vécus ensorcelé, emprisonné dans un corps
et dans l'humilité d'une âme.
Je connus la mémoire,
cette monnaie qui n'est jamais la même.
Je connus l'espoir et la crainte,
ces deux visages de l'incertain futur.
Je connus la veille, le sommeil, les rêves,
l'ignorance, la chair,
les grossiers labyrinthes de la raison,
l'amitié des hommes
la mystérieuse dévotion des chiens.
Je fus aimé, compris, loué et Je pendis à une croix.
Je bus la coupe jusqu'à la lie.
Je vis de Mes yeux ce que Je n'avais jamais vu:
la nuit et ses étoiles.
Je connus le poli, le sableux, l'inégal, l'âpre,
la saveur du miel et de la pomme,
l'eau dans la gorge de la soif.
le poids d'un métal dans la paume,
la voix humaine, une rumeur de pas sur l'herbe,
l'odeur de la pluie en Galilée,
le haut cri des oiseaux.
Je connus aussi l'amertume.
J'ai commis cette écriture à une homme quelconque;
elle ne sera jamais ce que Je veux dire,
elle ne laissera pas d'en être le reflet.
Mon éternité laisse tomber ces signes.
Qu'un autre, non celui qui les trace a
présent, écrive ce poème.
Demain Je serai un tigre parmi les tigres,
prêchant ma loi à sa forêt;
ou un grand arbre en Asie.
Parfois j'évoque avec nostalgie
l'odeur de cette échoppe de menuisier.
Δ
LAES
La espera
Antes
que suene el presuroso timbre
Y abran la puerta y entres, oh esperada
Por la ansiedad, el universo tiene
Que haber ejecutado una infinita
Serie de actos concretos. Nadie puede
Computar ese vértigo, la cifra
De lo que multiplican los espejos,
De sombras que se alargan y regresan,
De pasos que divergen y convergen.
La arena no sabría numerarlos.
(En mi pecho, el reloj de sangre mide
El temeroso tiempo de la espera.)
Antes
que llegues,
Un monje tiene que soñar con un ancla,
Un tigre tiene que morir en Sumatra,
Nueve hombres tienen que morir en Borneo.
[Historia
de la noche]
Δ
DASWAR
Das Warten
Eh
die eilige Klingel schellt, und jemand
öffnet die Tür, und du trittst cin, o du
von der Sehnsucht Erwartete, muß das
All eine endlose Reihe konkreter
Akte ausgeführt haben. Niemand kann
je diesen Taumel berechnen, die Ziffer
dessen, was die Spiegel vervielfachen,
der Schatten, die sich ausdehnen und schrumpfen,
der Schritte, die sich trennen und sich treffen.
Alle Sandkörner könnten sie nicht zählen.
(Die Uhr aus Blut in meiner Brust ermißt
die zaghafte Zeit des Wartens.)
Ehe
du kommst,
muß ein Mönch von einem Anker träumen,
Muß ein Tiger in Sumatra sterben,
müssen neun Menschen sterben auf Borneo.
Übersetzun: Gisbert Haefs
Δ
Otro poema de los dones
Gracias quiero dar a divino
Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas
Que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar
Con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor que nos deja ver a los otros
Como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer,
Que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa
Que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura
Arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron
De una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó
Mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Schwedenborg,
Que conversaba con los ángeles
en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales
Que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos,
hablé en Nortumbría,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikingos,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
por el nombre de un libro que no he leído:
Gesta Dei per Francos,
por Verlaine, inocente
como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
por las rayas del tigre,
por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba,
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez,
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre,
Que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida en los jazmines
O en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron
el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos
Por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte,
Esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.
[El otro, el mismo]
Δ
La fama
Haber
visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar.
Recordar el patio de tierra y la parra, el zaguán y el aljibe.
Haber heredado el inglés, haber interrogado el sajón.
Profesar el amor del alemán y la nostalgia del latín.
Haber conversado en Palermo con un viejo asesino.
Agradecer el ajedrez y el jazmín, los tigres y el hexámetro.
Leer a Macedonio Fernández con la voz que fue suya.
Conocer las ilustres incertidumbres que son la metafísica.
Haber honrado espadas y razonablemente querer la paz.
No ser codicioso de islas.
No haber salido de mi biblioteca.
Ser Alonso Quijano y no atreverme a ser don Quijote.
Haber enseñado lo que no sé a quienes sabrán más que yo.
Agradecer los dones de la luna y de Paul Verlaine.
Haber urdido algún endecasílabo.
Haber vuelto a contar antiguas historias.
Haber ordenado en el dialecto de nuestro tiempo las cinco o seis metáforas.
Haber eludido sobornos.
Ser ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y (como todos los hombres)
de Roma.
Ser devoto de Conrad.
Ser esa cosa que nadie puede definir: argentino.
Ser ciego.
Ninguna de esas cosas es rara y su conjunto me depara una fama que no acabo
de comprender.
[La cifra]
Δ
Mi último tigre
En mi vida siempre hubo
tigres. Tan entretejida está la lectura con los otros hábitos de mis días que
verdaderamente no sé si mi primer tigre fue el tigre de un grabado o aquel,
ya muerto, cuyo terco ir y venir por la jaula yo seguía como hechizado del
otro lado de los barrotes de hierro. A mi padre le gustaban las
enciclopedias; yo las juzgaba, estoy seguro, por las imágenes de tigres que
me ofrecían. Recuerdo ahora los de Montaner y Simón (un blanco tigre
siberiano y un tigre de Bengala) y otro, cuidadosamente dibujado a pluma y
saltando, en el que había algo de río. A esos tigres visuales se agregaron
los tigres hechos de palabras: la famosa hoguera de Blake (Tyger, tyger, burning bright) y la
definición de Chesterton: Es un emblema de terrible elegancia. Cuando leí, de niño, los Jungle Books, no dejó de apenarme que Shere Kahn fuera el villano de la fábula,
no el amigo del héroe. Querría recordar, y no puedo, un sinuoso tigre trazado
por el pincel de un chino, que no había visto nunca un tigre, pero que sin
duda había visto el arquetipo del tigre. Ese tigre platónico puede buscarse en el libro de Anita Berry, Art for Children.
Se preguntará razonablemente ¿por qué tigres y no leopardos o jaguares? Sólo
puedo contestar que las manchas me desagradan y no las rayas. Si yo
escribiera leopardo en lugar de tigre, el lector intuiría
inmediatamente que estoy mintiendo. A esos tigres de la vista y del verbo he agregado otro que me fue revelado por nuestro amigo Cuttini, en el curioso jardín zoológico cuyo nombre es Mundo Animal y que se abstiene de
prisiones.
Este último tigre es de
carne y hueso. Con evidente y aterrada felicidad llegué a ese tigre, cuya
lengua lamió mi cara, cuya garra indiferente o cariñosa se demoró en mi
cabeza, y que, a diferencia de sus precursores, olía y pesaba. No diré que
ese tigre que me asombró es más real que los otros, ya que una encina no es
más real que las formas de un sueño, pero quiero agradecer aquí a nuestro
amigo ese tigre de carne y hueso que percibieron mis sentidos esa mañana y
cuya imagen vuelve como vuelven los tigres de los libros.
[Atlas]
Δ
Otra versión de Proteo
Habitador de arenas
recelosas,
Mitad dios y mitad bestia marina,
Ignoró la memoria, que se inclina
Sobre el ayer y las perdidas cosas.
Otro tormento padeció Proteo
No menos cruel, saber lo que ya encierra
El porvenir: la puerta que se cierra
Para siempre, el troyano y el aqueo.
Atrapado, asumía la inasible
Forma del huracán o de la hoguera
O del tigre de oro o la pantera
O de agua que en el agua es invisible.
Tú también estás hecho de incostantes
Ayeres y mañanas.
Mientras, antes...
[La rosa profunda]
Δ
Las hojas del ciprés
Tengo un solo enemigo.
Nunca sabré de qué manera pudo entrar en mi casa, la noche del 14 de abril de
1977. Fueron dos las puertas que abrió: la pesada puerta de calle y la de mi
breve departamento. Prendió la luz y me despertó de una pesadilla que no
recuerdo, pero en la que había un jardín. Sin alzar la voz me ordenó que me
levantara y vistiera inmediatamente. Se había decidido mi muerte y el sitio
destinado a la ejecución quedaba un poco lejos. Mudo de asombro, obedecí. Era
menos alto que yo pero más robusto y el odio le había dado su fuerza. Al cabo
de los años no había cambiado; sólo unas pocas hebras de plata en el pelo
oscuro. Lo animaba una suerte de negra felicidad. Siempre me había detestado
y ahora iba a matarme. El gato Beppo
nos mirabas desde su eternidad, pero nada hizo para salvarme. Tampoco el tigre de
cerámica azul que hay en mi dormitorio, ni los hechiceros y genios de los
volúmenes de Las mil y una noches. Quise que algo me acompañara. Le
pedí que me dejara llevar un libro. Elegir una Biblia hubiera sido demasiado
evidente. De los doce tomos de Emerson mi mano sacó uno, al azar. Para no hacer
ruido bajamos por la escalera. Conté cada peldaño. Noté que se cuidaba de
tocarme, como si el contacto pudiera contaminarlo.
En la esquina de Charcas y
Maipú, frente al conventillo, aguardaba un cupé. Con un ceremonioso ademán
que significaba una orden hizo que yo subiera primero. El cochero ya sabía
nuestro destino y fustigó al caballo. El viaje fue muy lento y, como es de
suponer, silencioso. Temí (o esperé) que fuera interminable también. La noche
era de luna serena y sin un soplo de aire. No había un alma en las calles. A
cada lado del carruaje las casas bajas, que eran todas iguales, trazaban una
guarda. Pensé: Ya estamos en el Sur. Alto en la sombra vi el reloj de una
torre; en el gran disco luminoso no había guarismos ni agujas. No
atravesamos, que yo sepa, una sola avenida. Yo no tenía miedo, ni siquiera
miedo de tener miedo, ni siquiera miedo de tener miedo de tener miedo, a la
infinita manera de los eleatas, pero
cuando la portezuela se abrió y tuve que bajar,
casi me caí. Subimos por unas gradas de piedra. Había canteros singularmente
lisos y eran muchos los árboles. Me condujo al pie de un de ellos y me ordenó que me tendiera en el pasto, de espaldas, con los
brazos en cruz. Desde esa posición divisé una loba romana y supe dónde
estábamos. El árbol de mi muerte era un ciprés. Sin proponérmelo repetí la
línea famosa: Quantum lenta solent inter viburna cupressi.
Recordé que lenta,
en ese contexto, quiere decir flexible, pero nada tenían flexibles las hojas
de mi árbol. Eran iguales, rígidas y lustrosas y de materia muerta. En cada
una había un monograma. Sentí asco y alivio. Supe que un gran esfuerzo podía
salvarme. Salvarme y acaso perderlo, ya que, habitado por el odio, no se
había fijado en el reloj ni en las monstruosas ramas. Solté mi talismán y
apreté el pasto con las dos manos. Vi por primera y última vez el fulgor del
acero. Me desperté; mi mano izquierda tocaba la pared de mi cuarto.
Qué pesadilla rara, pensé,
y no tardé en hundirme en el sueño.
Al día siguiente descubrí
que en el anaquel había un hueco; faltaba el libro de Emerson, que se había
quedado en el sueño. A los diez días me dijeron que mi enemigo había salido
de su casa una noche y que no había regresado. Nunca regresará. Encerrado en
mi pesadilla, seguirá descubriendo con horror, bajo la luna que no vi, la
ciudad de relojes en blanco, de árboles falsos que no pueden crecer y nadie
sabe qué otras cosas.
[Los conjurados]
Δ
Tankas
1
Alto en la
cumbre
todo el jardín es luna,
luna de oro.
Más precioso es el roce
de tu boca en la sombra.
2
La voz del
ave
que la penumbra esconde
ha enmudecido.
Andas por tu jardín.
Algo, lo sé, te falta.
3
La ajena
copa,
la espada que fue espada
en otra mano,
la luna de la calle,
¿dime, acaso no bastan?
4
Bajo la luna
el tigre de oro y sombra
mira sus garras.
No sabe que en el alba
han destrozado un hombre.
5
Triste la
lluvia
que sobre el mármol cae,
triste ser tierra.
Triste no ser los días
del hombre, el sueño, el alba.
6
No haber
caído,
como otros de mi sangre,
en la batalla.
Ser en la vana noche
él que cuenta las sílabas
[El oro de los tigres]
Δ
Susana Soca
Con lento amor miraba los
dispersos
Colores de la tarde. Le placía
Perderse en la compleja melodía
O en la curiosa vida de los versos.
No el rojo elemental sino los grises
Hilaron su destino delicado,
Hecho a discriminar y ejercitado
En la vacilación y en los matices.
Sin atreverse a hollar este perplejo
Laberinto, atisbaba desde afuera
Las formas, el tumulto y la carrera,
Como aquella otra dama del espejo.
Dioses que moran más allá del ruego
La abandonaron a ese tigre, el Fuego.
[El oro de los tigres]
Δ
Simón Carbajal
En los campos de Antelo,
hacia el noventa
Mi padre lo trató. Quizá cambiaron
Unas parcas palabras olvidadas.
No recordaba de él sino una cosa:
El dorso de la oscura mano izquierda
Cruzado de zarpazos. En la estancia
Cada uno cumplía su destino:
Éste era domador, tropero el otro,
Aquél tiraba como nadie el lazo
Y Simón Carbajal era el tigrero.
Si un tigre depredaba las majadas
O lo oían bramar en la tiniebla,
Carbajal lo rastreaba por el monte.
Iba con el cuchillo y con los perros.
Al fin daba con él en la espesura.
Azuzaba a los perros. La amarilla
Fiera se abalanzaba sobre el hombre
Que agitaba en el brazo izquierdo el poncho,
Que era escudo y señuelo. El blanco vientre
Quedaba expuesto. El animal sentía
Que el acero le entraba hasta la muerte.
El duelo era fatal y era infinito.
Siempre estaba matando al mismo tigre
Inmortal. No te asombre demasiado
Su destino. Es el tuyo y es el mío,
Salvo que nuestro tigre tiene formas
Que cambian sin parar. Se llama el odio,
El amor, el azar, cada momento.
[La rosa profunda]
Δ
Leones
Ni el esplendor del
cadencioso tigre
Ni del jaguar los signos prefijados
Ni del gato el sigilo. De la tribu
Es el menos felino, pero siempre
Ha encendido los sueños de los hombres.
Leones en el oro y en el verso,
En patios del Islam y en evangelios,
Vastos leones en el orbe de Hugo,
Leones de la puerta de Micenas,
Leones que Cartago crucifica.
En el violento cobre de Durero
Las manos de Sansón lo
despedazan.
Es la mitad de la secreta esfinge
Y la mitad del grifo que en las cóncavas
Grutas custodia el oro de la sombra.
Es uno de los símbolos de Shakespeare.
Los hombres lo esculpieron con montañas
Y estamparon su forma en las banderas
Y lo coronan rey sobre los otros.
Con sus ojos de sombra lo vio Milton
Emergiendo del barro el quinto día,
Desligadas las patas delanteras
Y en alto la cabeza extraordinaria.
Resplandece en la rueda del Caldeo
Y las mitologías lo prodigan.
Un animal que se parece a
un perro
Come la presa que le trae la hembra.
[Historia de la noche]
Δ
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